Hace 5 años, 33 tras el estreno de la película fundadora de
la saga Alien, el octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979), y 5 después de
la última vez que vimos a los xenomorfos en pantalla con Alien Vs. Predator 2:
Requiem (Alien Vs. Predator 2 The Brothers Strause, 2007), Ridley Scott decidió
regresar triunfalmente a su franquicia con una precuela que explicara los
porqués y los cómos de su más famosa creación. Lo que el público esperaba con
este regreso era lo que el público siempre espera, más de lo mismo. Una
revisitación de la película original pero actualizada a nuestros días (luego
nos preguntamos por qué se están haciendo ahora tantos remakes disfrazados de
secuelas) pero Scott tomó ejemplo de George Lucas y decidió que si iba a volver
a su saga sería para contar algo nuevo. El resultado, Prometheus (Prometheus, Scott,2012),
fue exactamente lo que había prometido, un vistazo a los orígenes del mito,
algo diferente. La película nos presentaba a los Ingenieros, la raza creadora
de la humanidad, filosofaba sobre el origen de nuestra especie y planteaba
nuevos horizontes para una saga ya bastante quemada. Pero de aliens lo cierto
es que andaba escasita. Había, pero poco. La opinión de crítica y público se
echó encima de Scott por este giro pero la taquilla lo respaldó aunque
timidamente (cosechó 403 millones a nivel global sobre un presupuesto de 130,
datos de Box Office) así que la saga no terminó de morir, solo quedó en
barbecho de nuevo a la espera de un nuevo enfoque. Enfoque que ha llegado con
Alien: Covenant (Alien: Covenant, Scott, 2017), segundo intento por parte de
Twenty Century Fox de resucitar la franquicia con Scott al mando de nuevo.
En Alien Covenant, un transbordador lleno de colonos en sueño
criogénico acabará en el planeta en el que ocurría la acción de Prometheus –el
planeta natal de los Ingenieros– y su tripulación acabará enfrentándose a los
xenomorfos de toda la vida –los que no se dejaban ver en Prometheus. Y aquí sí
se nos cuenta el origen de estos. La película deambula muy hábilmente entre la
secuela y el reboot cogiendo conceptos de Prometheus y pasando de largo otros
sin llegar a negarlos. De esta manera se evita la asociación negativa con
aquella película pero se mantienen los conceptos que allí se crearon y algunos
personajes que se han salvado de la quema. Ver Alien: Covenant es casi como ver
una discusión entre Ridley Scott y los ejecutivos de la Fox. El veterano
director tiene su propuesta de continuación de la saga, desarrollando todo el
concepto metafísico que creó en la cinta anterior, con mucha más reflexión y
menos acción, a sus 79 años ya no tiene el interés de hacer una película de
terror espacial sino que tiene otras prioridades en su cabeza. Por otro lado el
estudio le pone cifras encima de la mesa. Cifras y críticas de Prometheus, y
cifras de los últimos éxitos cinematográficos de los últimos años. El camino
está claro, hay que dar al espectador lo que quiere, más de lo mismo, Scott
tiene que buscar una heroína que recuerde a Ripley (Sigourney Weaver) y hacerla
luchar con un alien de los de toda la vida. Scott se resiste, negocia a cambio
mantener al androide David de su anterior película. El estudio le dice que
vale, que mantenga al androide si quiere pero es innegociable la presencia de
facehuggers y chestbusters. El director reclama que a cambio, la acción tendrá
lugar en el mundo natal de los Ingenieros, está empeñado en terminar de contar
su historia. Los ejecutivos le dan el ok definitivo pero con la condición de
que escriba una escena final lo más parecida a la de Alien, el octavo pasajero
que deje al público ebrio de nostalgia. Fin de la discusión las claves de la
película ya están decididas.
No sé hasta qué punto esta conversación existió o fue así en
algún momento, pero ciertamente la película parece debatirse entre la historia
metafísica y reflexiva que profundiza sobre el origen de nuestra especie, y
relevancia de la misma en el conjunto del universo y la vida; y la película de
acción protagonizada por gente disparando y muriendo sangrientamente a manos de
los aliens. Definitivamente la primera es mucho más interesante que la segunda.
Son las escenas más estimulantes de la película aquellas protagonizadas por
David y Walter (Michael Fassbender en ambos casos) en conjunto, y los debates
que tienen sobre la vida, la humanidad, el futuro, etc., por otro lado la cinta
baja enteros cuando se dedica a ser una secuela más de la saga abundando en la
sangre, los disparos, y unos monstruos que hace años que dejaron de dar miedo.
Scott siempre ha sido un director muy efectivo en las escenas de acción pero no
llega a pasar de ahí, y Alien: Covenant no es la excepción. La acción está bien
planificada y bien rodada pero no aporta nada que no hayamos visto ya e incluso
queda demasiado empañada por los efectos digitales lo que provocará un envejecimiento
demasiado prematuro de la cinta. Si Fassbender se lleva de lejos lo mejor de la
película, Katherine Waterston (Daniels), construye a una pseudo-Ripley con las
diferencias justas como para darle un carácter propio pero pierde, de nuevo
debido a los efectos digitales toda la fisicidad que Sigourney Weaver tenía en
las películas originales.
Ridley Scott parece a su edad interesado en explorar nuevos
caminos en su franquicia. Abrir nuevos campos los que se alejen de lo visto en
las anteriores secuelas (que no dejaban de ser repeticiones hipervitaminadas
del concepto original), y explorar facetas de su universo que no se han tocado
antes. Lo consiguió con Pometheus pero el público le dio la espalda y ha
encontrado con Alien: Covenant la forma de seguir su camino sin perder el
enfoque que le exige la taquilla. La respuesta de los mercados ante esta
propuesta decidirá el tono que tendrá la anunciada próxima película de la saga
también dirigida por Scott, que puede ser el desarrollo definitivo que busca el
director para su universo o simplemente una nueva oportunidad de ver aliens
asesinando humanos.
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