Promesa de sangre. Brian McClellan. Reseña

El nacimiento de la editorial Trini Vergara Ediciones y, especialmente de su sello Gamon Fantasy, a comienzos de 2021 nos está permitiendo disfrutar de algunas de las mejores novelas de fantasía que han sido publicada en España en los últimos meses. Tras la ferozmente divertida Reyes de la Tierra Salvaje (reseña aquí) y la negrísima La última sonrisa en Sunder City (reseña aquí) nos llegaba a comienzos de abril Promesa de sangre de Brian McClellan

McClellan es un escritor americano de fantasía épica con nueve libros y siete novelas cortas ya publicados pero que todavía no habíamos tenido la oportunidad de leer en español. Inmerso actualmente en la escritura de su nueva saga Valkyrie Collections, sus novelas más famosas sin embargo son aquellas que dan forma al Universo de los Magos de la pólvora. Esta saga está formada por dos trilogías y es la primera novela de todas ellas la que Gamon Fantasy publica ahora en España, Promesa de sangre, que supuso además la opera prima del escritor. 

“Para esos estudiantes de filosofía que se quejan en la universidad, la rebelión es solo un juego. La era de los reyes ha muerto, Adamat, y la he matado yo.” 

La historia está ambientada en un mundo fantástico con fuertes reminiscencias a la Francia de finales de siglo XVIII. En un claro eco a la Revolución Francesa, Promesa de sangre comienza con un golpe de estado en el que el rey y buena parte de la nobleza de Adro son derrocados y ejecutados, marcando de esta forma el fin de un largo periodo de monarquía absolutista y dando paso a un nuevo gobierno dirigido por el comité formado por los participantes en el levantamiento. De estos, el principal es el Mariscal de campo Tamas, responsable último y cabeza visible del golpe. Tamas tendrá la difícil labor de crear un nuevo gobierno basado en nuevas leyes, liderar el país en tan difícil momento y eliminar los focos realistas que todavía luchan por el antiguo régimen desde la insurgencia. No siendo esto suficiente, el brusco cambio de gobierno ha eliminado de la mesa el acuerdo que Adro estaba a punto de firmar con el país vecino, Kez, que ahora se agrupa en la frontera dispuesto para la invasión. Ahí envía el mariscal de campo a su hijo Taniel, posiblemente el mejor soldado de que dispone para que defienda la frontera y desbarate los planes de Kez. Por último, Adomat, un viejo policía ya retirado será contratado por Tamas para investigar las últimas e inquietantes palabras que algunos de los miembros de la camarilla del rey pronunciaron justo antes de ser ejecutados, palabras sobre una profecía que podría suponer el fracaso final del golpe de estado y quizás también algo mucho más ominoso. 

“No se debe romper la Promesa de Kresimir.” 

Hasta aquí podríamos estar prácticamente hablando de una novela histórica y ciertamente tiene algo de ello, pero lo que hace a Promesa de sangre algo único es el sistema de magia con el que toda esta historia está apuntalada. En el mundo que presenta McClellan existe la magia y hay personas que tienen control sobre ella pero a diferentes niveles. Por un lado están los Privilegiados, los más poderosos de todos y que podríamos semejar a cualquier hechicero ordinario a los que ya estamos acostumbrados por otras ficciones fantásticas. Son capaces de formidables hechizos y de lanzar rayos o bolas de fuego pero son alérgicos a la pólvora. Un solo Privilegiado puede enfrentarse a docenas de hombres y salir victorioso, siempre y cuando entre ellos no haya un mago de la pólvora. Los magos de la pólvora son soldados del ejercito de Adro –de nuevo pensemos en la Revolución Francesa, uniforme, pistola y fusil; en estas páginas no veremos soldados de brillante armadura y afilada espada— con una relación única con la pólvora. Consumiéndola son capaces de aumentar sus propias capacidades, velocidad, resistencia, atención; además de poder controlarla mentalmente lo que les permite hacerla estallar a distancia o dirigir balas con el pensamiento. Solo unos pocos soldados son también magos de la pólvora, entre ellos Tamas y su hijo Taniel, dos de los mejores que existen. Por último están los dotados, personas normales con cierta sensibilidad especial pero limitada hacia la magia que les permite llevar a cabo ciertas acciones imposibles para un hombre corriente. Basten como ejemplo el guardaespaldas de Tamas que no necesita nunca dormir o el propio investigador Adamat poseedor de una memoria literalmente perfecta. Los dotados son los más comunes de entre las personas sensibles a la magia, pero también los menos poderosos. 

“Un mago de la pólvora era capaz de mantener una bala suspendida en el aire durante casi dos kilómetros y dar siempre en el blanco. Podía hacer que una bala doblara una esquina con el poder de la mente, e ingerir pólvora negra para hacerse más fuerte y rápido que otros hombres. Pero había poco que podía hacer contra la hechicería de un Privilegiado a corta distancia.” 

Pero la verdadera magia surge al mezclar ambos conceptos. Un mundo reflejo de la Revolución Francesa construido con un especial aprecio por el detalle y un sistema mágico innovador y con unas dinámicas fascinantes. El resultado es una novela apasionante, llena de acción y con un grandísimo ritmo. McClellan separa de forma muy inteligente a los tres personajes principales permitiendo que cada uno cuente su parte de la historia y dotando a la trama de facetas muy diferentes. La acción domina la novela, desde pequeñas escaramuzas en callejones oscuros hasta épicos conflictos bélicos pasando por toda una variedad de enfrentamientos con magos y hechiceros involucrados. La acción en todos ellos es violenta y sin concesiones; las narices se hunden en los rostros al ser golpeados y los cuerpos explotan cuando la pólvora hace aparición. Pero pese a lo intenso y frecuente de la acción si algo hace bien McClellan es retratar una sociedad realista. 

En el grupo de golpistas con los que Tamas tendrá que asociarse en su nuevo gobierno se encuentran entre otros un alto miembro de la iglesia, un jefe sindical o un importante mafioso. Y no todos han apoyado el golpe de estado con el mismo espíritu de liberar al pueblo de la opresión. Como líder de la revolución, el mariscal de campo tendrá que enfrentarse a numerosos enemigos, internos y externos, y navegar de la forma más hábil posible entre las diferentes agendas políticas del resto de co-conspiradores, cada uno con sus propios intereses. Y Tamas necesita los recursos que cada uno de ellos puede ofrecerle para sacar su gobierno adelante. Al contrario que las escenas de Taniel, siempre inmerso de lleno en el centro de la acción, las escenas de Tamas son a menudo calmadas conversaciones o sesiones de estrategia que revelan a un militar frío y calculador, un hombre inteligente que carga sobre sus hombros el peso de toda la nación, que ha iniciado la revolución y que la mantiene viva a base de pura fuerza de voluntad. Es una delicia verlo conversar con el resto de golpistas, con sus enemigos o sencillamente con su guardaespaldas, su hombre de mayor confianza. 

“Los seis conspiradores de Tamas habían llegado: cinco hombres y una mujer que lo habían ayudado a planear la caída de Manhouch y que ahora iban a determinar el futuro de Adro.” 

Lo más sorprendente de Promesa de sangre es la capacidad de McClellan para tejer una trama tan interesante que ahonda en los detalles de una revolución y adornarlo a base de magia y pólvora para que la sensación que le quede al lector sea la de haber leído una novela de acción cuando lo que ha leído es mucho más que eso. Toda la trama está perfectamente entretejida y transita de manera natural por los distintos personajes y escenarios, haciendo que la lectura de Promesa de sangre sea fluida y ágil. El resto de esta primera trilogía conformado por La Campaña Escarlata y La República de Otoño están ya anunciados para 2022 y 2023 respectivamente y prometen aumentar exponencialmente todo lo bueno que ya hemos disfrutado en Promesa de sangre.

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