La editorial
Minotauro sigue con su compromiso de editar la obra de
Ursula K. Le Guin, por un lado sus grandes obras como
La mano izquierda de la oscuridad o
Los desposeídos en Minotauro Esenciales, y por otro los relatos más breves en su Biblioteca de Autor. Es a esta segunda a la que vamos a prestar atención hoy con el segundo volumen de la colección, la antología de relatos titulada
El cumpleaños del mundo y otros relatos –
si queréis leer la reseña de la primera antología, Cuatro caminos hacia el perdón podéis hacerlo aquí–. Los relatos incluidos en este volumen están adscritos al ciclo Hainish o Ecumen de la escritora. Un universo ficticio en que una humanidad futura, largo tiempo disgregada por el cosmos va reencontrándose con sus pedazos perdidos diseminados por la galaxia. La escritora aborda de este modo sociedades completamente diferentes entre sí a la vez que con un nexo común que nos permite encontrar cierto grado de familiaridad con ellas. Al contrario que en Cuatro caminos hacia el perdón donde la escritora mostraba varias visiones de una misma sociedad en diversos momentos temporales,
El cumpleaños del mundo está compuesto por ocho relatos, la mayoría de ellos independientes entre sí. Dos relatos están ambientados en un mismo mundo y pueden leerse de forma complementaria mientras que otro es continuación –aunque de lectura independiente– de los relatos incluidos en la anterior antología. El resto son historias autoconclusivas e independientes.
"Nunca conocí a nadie, en ningún sitio donde haya estado, que pensara que la vida es sencilla. Yo creo que una vida o una época parecen sencillas si no tienes en cuenta los detalles, igual que un planeta parece uniforme desde la órbita."
Los relatos amplían temáticamente las historias contadas en Cuatro caminos hacia el perdón. K. Le Guin continúa desgranando la sociedad humana a través de su particular visión de la misma, desde un punto de vista claramente humanista y femenino. Cabe destacar este último adjetivo, pues, aunque la escritura de Ursula K. Le Guin tiene un cierto componente feminista y reivindicativo, no es ni mucho menos su objetivo ni el centro de sus relatos, que sí está ocupado por esta perspectiva femenina. La forma en que Ursula K. Le Guin entiende la sociedad y las relaciones personales, sexuales o no, tiene una sensibilidad única difícil de encontrar en otros autores. Explora una comprensión profunda de las relaciones humanas así como de la naturaleza que nos rodea. Sus personajes están siempre en busca de una paz interior que les permita alcanzar un equilibrio natural con el entorno y con los demás. Una interacción entre seres mucho más profunda de lo que estamos acostumbrados. La escritora aboga por la libertad de pensamiento y de elección, en el campo sexual, que tiene siempre una importante presencia en sus historias, pero también desde cualquier otro ámbito de la vida de las personas. La religión, la política, el matrimonio, todos estos temas tienen su hueco en este volumen. Sus personajes no viven grandes aventuras, sino que se ven enfrentados a situaciones emocionalmente complejas de la que tienen que salir a través de profundos debates morales. Situaciones a menudo ajenas a nuestra realidad en tanto tienen lugar en sociedades extrañas con costumbres culturales extraordinarias, pero que sin embargo siempre tienen un eco familiar que resuena en nuestra propia vida.
"Gracias a la soledad, el alma escapa de hacer o sufrir magia; escapa de la monotonía, del aburrimiento, porque es consciente. Nada es aburrido si eres consciente de ello."
K. Le Guin no aborda el argumento de sus relatos de frente. No utiliza una narrativa convencional con una presentación directa del drama sino que introduce al lector en la historia siempre a través de sus personajes y sus emociones. Con total naturalidad planta delante del lector la vida de sus protagonistas tal cual es, sin dedicar tiempo a explicar todos los elementos que le rodean. Como si el mundo, la sociedad en la que el personaje vive, fuera el nuestro y no hubiera nada que explicar. A menudo eso hace que en las primeras páginas el lector tenga cierta sensación de desconcierto, como si hubiera sido arrastrado de golpe al interior de una cultura completamente ajena y desconocida sin explicación alguna. Pero esto hace que nos centremos en los personajes y sus sentimientos, porque estos sí nos resultan conocidos y son los que acaban anclando el relato emocionalmente. Finamente todo encaja en su sitio, pero a pesar de crear en cada relato un universo nuevo y diferente, lo que realmente se queda con nosotros durante días tras su lectura son los personajes. A menudo utiliza un ángulo muy cerrado para mostrarnos esos mundos nuevos, y a pesar del claro trabajo de construcción de mundos que hay detrás, se centra en pequeños grupos, un pueblo, una familia, una pareja, y es a través de ellos y del entendimiento que ellos tienen de su entorno que nos presenta el mundo en el que viven. También al utilizar pequeños grupos se magnifican las acciones, algo tan corriente como un matrimonio se convierte en el eje central de un relato cuando el foco está puesto en las personas que forman parte del mismo, independientemente de que tenga lugar en un planeta lejano, fantástico y fascinante.
Los relatos de El cumpleaños del mundo, como todos los de la autora son relatos de digestión lenta, historias que hay que paladear, mantener un tiempo en la boca y apreciar todos los sutiles sabores que contienen. Tenemos la suerte de encontrarnos en un momento en que la autora está recibiendo el reconocimiento que merece en el mercado, y resulta fácil acercarse a una de las escritoras esenciales de la ciencia ficción.
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