Los relatos que contiene esta antología tienen lugar en el sistema solar Werel-Yeowe formado únicamente por dos planetas habitados y en cuya historia podemos trazar una crónica sobre la esclavitud y la liberación de toda una sociedad. Cada relato está ambientado en una localización y época diferente dentro del sistema y dan en su conjunto una buena muestra de lo que el ciclo Hainish y la obra de Ursula K. Le Guin es capaz de ofrecer. Cuatro caminos hacia el perdón exige un lector atento y paciente. Abundan los conceptos nuevos, sistemas políticos y sociales, razas, ciudades y planetas, constantes referencias a una historia que es fundamental para entender el conjunto pero que la escritora toma su tiempo en presentar. A tal efecto son de tremenda utilidad las notas que se incluyen al final del volumen y en las que se puede encontrar información de todos estos temas casi como si de un libro de historia se tratase.
"La dama Tazeu no conocía nada más allá de la beza, el ala de las mujeres de la casa. Estaba encerrada allí como yo había estado encerrada en el cercado, e ignoraba todo lo referente al exterior. Ella no había olido nunca estiércol de vaca y yo nunca había visto flores."
En cualquier caso, el lector paciente que sabe entrar en el juego de K. Le Guin obtendrá una recompensa mayor de la esperada. Lo que al principio parecen historias inconexas y personajes sin trascendencia más allá de la narración en la que aparecen acaban formando una riquísima mitología con una profundidad y detalle asombrosos. En estas poco más de trescientas páginas la autora es capaz de construir toda una realidad socioeconómica, con diversos planetas, razas y facciones políticas e ideológicas. La escritura de K. Le Guin tiene buena parte de sociología y otra buena de antropología. Toda una deconstrucción de nuestra historia y los diversos conflictos sociales que ha sufrido la sociedad occidental, esclavitud, liberación de la mujer, libertad política e ideológica, libertad sexual, con una precisión que solo permite la distancia otorgada por la ficción.
Los personajes que pueblan estos relatos son personas en busca de una identidad. Tras años interpretando un papel que les ha sido asignado ya sea por tradición, costumbre o normativa cultural son de pronto conscientes de no saber quién son. Son personajes que lo pierden todo, su honor, su historia, su mundo, su misma pertenencia, pero que encuentran una nueva identidad a través del contacto sincero con otra persona que les transforma en algo nuevo y diferente. Estos relatos son una crónica de la búsqueda de identidad, una identidad que no viene dada sino que es elegida, perseguida incluso. A menudo esta identidad viene de la mano de la relación con otras personas. Una relación profunda consciente y voluntariamente elegida. K. Le Guin narra la historia de la madurez de una sociedad a través de la madurez de los individuos que la forman. Tema recurrente en la obra de la autora, hay también una presencia importante de la sexualidad, propuesta como algo honorable, casi sagrado, que permite a las personas alcanzar un contacto íntimo, no solo con la pareja sino también y sobre todo consigo mismos. El sexo es aquí a menudo rito de paso, una forma de trascender en la vida, siempre con respeto, con aceptación. El sexo es algo que se ofrece, una herramienta, un elemento de liberación personal e incluso un elemento sagrado de elevación hacia un estado superior. Todo esto bajo una reflexión siempre constante sobre la identidad sexual. Los convencionalismos y prejuicios de esta sociedad no son los que conocemos, y esto permite a la autora cuestionar los nuestros.
"Erod había hablado de cambio, es cierto, pero eran los propietarios quienes iban a hacer el cambio. Teníamos que ser cambiados, teníamos que ser liberados, de la misma manera que habíamos sido poseídos. Lo que yo descubrí en la historia es que la libertad se hace, no se da."
Ursula K. Le Guin tiene un estilo único de escribir diálogos. Como con todo lo demás, no utiliza más palabras de las que necesita. No pierde el tiempo con largos discursos, utiliza frases cortas y las puntualiza con destreza. Utiliza las palabras anteriores y posteriores para dar contexto al diálogo, para afinarlo y darle un sentido del que a menudo carece en solitario. Y con ello construye conversaciones ricas con varias capas de lectura. Lo mismo ocurre con el resto de su prosa, cada párrafo parece hablar de varios temas al mismo tiempo. En la capa superficial está la narración en curso, pero debajo se aprecian un estudio de personajes detalladísimo y cientos de reflexiones sociales que a menudo se alcanzan con posteriores lecturas.
Estos Cuatro caminos hacia el perdón son una obra excepcional de la ciencia ficción y un buen ejemplo de lo que una de las escritoras más interesantes del género tiene que ofrecer. Hay que agradecer la tarea de Minotauro por mantener vigente a la autora en las estanterías. Este libro comienza la Biblioteca de Autor de Ursula K. Le Guin, que continuará en el mes de marzo con la publicación de El cumpleaños del mundo enmarcado también dentro del ciclo Hainish y en abril con El relato. Por otro lado dentro de la colección Minotauro Esenciales podemos encontrar ya publicados La mano izquierda de la oscuridad y Los desposeídos ambos pertenecientes junto con El nombre del mundo es bosque (a publicar en abril) al ciclo Hainish y Lavinia, además de su saga de fantasía Los libros de Terramar en una edición ilustrada. Toda una buena colección de libros con la que acercarse a la obra de una autora esencial.
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