Ángeles y demonios. Dan Brown

En el año 2000, Dan Brown, había dado prácticamente por perdida su carrera vocacional en el mundo de la música; sus intentos de convertirse en músico de piano o compositor de cine no habían fructificado. Enfrascado de lleno en su plan secundario, una carrera literaria, había publicado La fortaleza digital dos años antes con no demasiado éxito. Pero en una de esas alineaciones astrales que suelen darse en el mundo de las artes, ese año publicó la novela que le abriría las puertas, todavía sin saberlo, del camino del éxito convirtiéndolo en un escritor de best-sellers de fama mundial, Ángeles y demonios. La novela está protagonizada por Robert Langdon, un profesor simbología de la Universidad de Harvard que se ve involucrado en una trama de político-religiosa de proporciones catastróficas. La obra tuvo un éxito moderado cuando salió y de hecho, al año siguiente Brown escribió La Conspiración, otro thriller que nada tenía que ver con Ángeles y demonios ni con su protagonista. Pero fue en 2003 cuando, decidido a retomar al personaje de Robert Langdon, publicó El código Da Vinci, y esa sí fue la novela que lo convirtió en el escritor mundialmente conocido que es hoy. A partir de ese momento Brown nunca ha vuelto a escribir una novela que no tenga como protagonista al profesor Langdon. Ángeles y demonios no es pues la novela más famosa del personaje, pero fue la primera y la que sentó las bases para todo lo que vendría después.

Robert Langdon es un personaje creado para gustar, según la descripción que de él se hace en la novela tiene un “espeso pelo castaño con algunos mechones grises, penetrantes ojos azules, una cautivadora voz profunda y la sonrisa arrebatadora y desenfadada de un atleta universitario”. Langdon es un profesor de iconología y simbología religiosa en la cuarentena, un perfil que en principio, podría no parecer el perfecto ejemplar de atractivo varonil, pero que, de algún modo logra llevarse bien con sus alumnos, con sus colegas y con las mujeres. En las diversas adaptaciones que se han hecho de él en la gran pantalla ha sido interpretado por un Tom Hanks que representa a la perfección la parte bondadosa y erudita del personaje, pero que queda más alejado en cuánto a físico se refiere. Desde este punto de vista parece que el Harrison Ford de Indiana Jones estuviera más presente en la mente de Brown al crear al personaje que Tom Hanks. Sin embargo, Langdon no es solo un ratón de biblioteca, pero tampoco es un aventurero como el personaje creado por George Lucas y Steven Spielberg, se trataría más bien del punto intermedio. Un profesor universitario con amplios conocimientos en simbología e historia del arte que se ve arrastrado a ciertas aventuras –en ningún caso las busca como sí hace Indiana Jones- de las que logra salir airoso gracias a su buena forma física y también a algo de suerte. Langdon no busca la acción, sencillamente reacciona a ella. No lleva armas y en los varios momentos de la novela en que una cae en sus manos no sabe muy bien qué hacer con ella. No lleva ropa cómoda con la que poder correr y saltar sino una elegante chaqueta de tweed. Es el erudito seductor. Un personaje híbrido que toma lo mejor de cada rama para acabar siendo un hombre de mediana edad engañosamente corriente pero que no podría ser más extraordinario.

Para encontrar la verdad a veces hay que mover montañas.

Pero ¿de qué trata Ángeles y demonios? Hoy en día parece complicado encontrar a alguien que no haya leído la novela o visto la adaptación cinematográfica que se realizó en 2009 (Angels&Demons, Ron Howard, 2009) pero por si acaso hay algún despistado en la sala diremos que el paisaje sobre el que se desarrolla la trama es la guerra eterna que tiene lugar desde tiempos antiguos entre la Iglesia Católica y una sociedad secreta creada por eminentes científicos llamada los Illuminati. Al comienzo del libro Robert Langdon viaja al CERN (Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire) en Suiza a investigar el asesinato de un científico que se encontraba trabajando en una nueva tecnología de poderosas implicaciones científicas y religiosas y cuya muerte está rodeada de ciertos tintes ocultistas y simbólicos para los que los conocimientos de Langon pueden ser de gran ayuda. Las pistas apuntan al resurgimiento de una antigua sociedad dedicada al conocimiento científico y tradicionalmente enfrentada a la Iglesia Católica llamada los Illuminati. A partir de este momento, Langdon y la hija del hombre asesinado, la también científica Vittoria Vetra se verán arrastrados a una carrera contrarreloj por las calles de Roma para encontrar al asesino y evitar un atentado de proporciones e implicaciones catastróficas. 


Toda la novela es un debate entre ciencia y religión, las bondades y perversiones de una y otra y la lucha eterna entre ambas. A este respecto los mejores momentos quizás sean los menos esperables, pequeñas conversaciones o discursos en los que los personajes reflexionan sobre la necesidad de una u otra o sobre su vigencia actual. Sin embargo, Ángeles y demonios es un thriller de ficción y como tal hay que afrontar su lectura. Quien busque una clase de historia o un tratado sobre historia del arte católico se ha equivocado de sitio. Ángeles y demonios busca entretener y hacer pasar un rato apasionante al lector y para ello Brown se toma no pocas licencias, tanto en el ámbito de la ciencia como en el de la religión y la historia. Uno no puede leer la novela creyendo a pies juntillas todo lo que se dice igual que no se puede ver La Guerra de las Galaxias creyendo que en una lejana galaxia los ewoks luchan contra el Imperio Galáctico. Es cierto que aparecen numerosas menciones a esculturas, pinturas e historia del arte en general que serán un disfrute para aquellos interesados en el arte si son poseedores de un cierto nivel de abstracción y toman la novela como lo que es. El paseo turístico que se hace por Roma por ejemplo es una delicia para quien haya estado en la ciudad y tenga un mínimo amor por ella, de un rincón a otro, pasando por algunos de los monumentos más reconocibles de la ciudad. Pero de nuevo, esto no es un manual de arte, ni una lección de historia y aquellos lectores que abandonan la lectura de una novela histórica cuando detectan una inexactitud en los datos que se narran harán mal en comenzar Ángeles y demonios. Ahora bien, los que sean capaces y tengan la voluntad de pasar esta barrera, disfrutarán de un thriller que no da tiempo para respirar desde la primera a la última página.

Hay personas que rezan a Jesús, otras que van a La Meca, y las hay que estudian partículas subatómicas.

Las casi setecientas páginas de la novela ocurren en menos de veinticuatro horas, de hecho la mayoría ocurren en apenas cuatro. La novela es una carrera contra el tiempo por las calles de Roma y los pasillos del Vaticano para capturar a un asesino y detener un atentado. Los capítulos, cortos y rápidos de leer -hay 137 –, vuelan en las manos del lector y siempre hay un misterio detrás de un símbolo escondido tras una historia oculta en un libro abandonado en un rincón de una biblioteca que hace que la lectura del siguiente capítulo sea irretrasable. Si uno se deja llevar por el viaje que propone Brown, disfrutará de unas cuantas horas de entretenimiento de primer nivel con unos personajes difícilmente olvidables.



Ángeles y demonios es la primera novela protagonizada por Robert Langdon y está editada en España por Planeta. Tiene 688 paginas y puede encontrarse en varias ediciones.

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