En esto de los superhéroes todos tienen a sus favoritos, en mi caso siempre han sido los X-Men. No sabría decir muy bien por qué, quizá por el rollo de odiados y temidos o porque Gambito era un bribón encantador, pero la cuestión es que de niño si veía un tebeo mutante en el quiosco, tenía que comprarlo. Compré en su día un montón de tebeos de diferentes series que ni siquiera eran correlativos, historias cortadas a mitad con personajes cuyo aciago final no conocí hasta muchos años después (cuando de hecho ya habían dejado de estar muertos), vi personajes bailar de una serie a otra sin saber muy bien por qué y me perdí el final de grandes aventuras por no encontrar el número de aquella otra serie en la que continuaba la historia en cuestión. Pero eran mutantes, y tenía que comprarlos. Me encantaban.
No os podéis imaginar la ilusión que me hizo enterarme de que iban a hacer una película de los X-Men (Id, 2000). Aquello era una especie de sueño hecho realidad. No recuerdo muy bien cómo me enteré del proyecto pero sí recuerdo perfectamente cuándo vi las primeras imágenes, en un telediario del medio día de no sé qué cadena. Secuestré el mando durante unos minutos para ver a Cíclope destrozando la estación al serle arrancado el visor por Sapo y los primeros vistazos de Lobezno, Tormenta o Dientes de Sable. Todo aquello era nuevo, y os aseguro que me dejó asombrado. Ver por fin a mis héroes favoritos en acción fue algo especial, tanto que ni siquiera me fijé en los extraños uniformes que llevaban, o si lo hice no le di importancia. Solo podía pensar en el momento de ver a los X-Men en la gran pantalla.
Han pasado ya unos cuantos años desde aquello y me acuerdo de esta historia ahora mientras leo el “notición” del fin de semana. En 2015 habrá una película protagonizada por Batman y Superman. Juntos. Por fin. O al menos eso es lo que se lleva rumoreando toda la tarde, que lo menos resulta que es otro rumor más. La cuestión es que me asombra la enorme expectación que ha despertado la noticia. Probablemente en el año 2000 esta misma noticia me habría asombrado y emocionado igual que las primeras imágenes de X-Men pero hoy en día en que cada año se estrenan 3 o 4 películas de superhéroes, 1 o 2 de las cuales siempre suponen el evento de la década (bien porque es el esperado final de una saga, porque es el esperado reincio de otra, o la esperadísima reunión entre varios personajes), lo que me produce es más bien sopor. Una sensación de “más de los mismo” difícil de quitar. Más aún cuando son pocos de estos estrenos los que realmente tienen una calidad digna de la expectación provocada. Me siento incapaz de emocionarme por el anuncio de una futura Superman/Batman (por cierto, me pregunto si seguirán con su gusto por eliminar el nombre del personaje del título, propongo algo así como El contraataque del Caballero Oscuro que regresa para encontrarse con el Hombre de Acero Returns) cuando este mismo año hemos visto o veremos en las carteleras a Iron Man, Superman, Lobezno y Spiderman y de aquí al supuesto estreno otras tantas.
Llegado el momento en el que el simple anuncio de una película de superhéroes ya no es noticia sino rutina, a las compañías no les queda otra más que anunciar el espectáculo por el espectáculo. Si un superhéroe no es suficiente, juntemos varios. Ya comenzaron con la detestable costumbre de introducir dos y hasta tres enemigos en cada película, reduciéndolos al mínimo exponente y despojándolos de toda su carga, y ahora han comenzado a juntar personajes, cuantos más mejor, en la misma película. Los crossovers han llegado al cine. El espectáculo por el espectáculo.
Comentarios
Un saludo, y gracias por comentar.