Tierra Profana. Lavie Tidhar. Reseña

¿Crees que el mundo es real? 

Silvia Moreno-García, en su precisa introducción —hay que destacar la delicia de ediciones que publica Duermevela Editorial con introducciones, artículos y posfacios escritos por plumas cuidadosamente escogidas—, comienza diciendo que, aunque Tierra Profana, de Lavie Tidhar, pueda enmarcarse dentro de esta especie de moda actual de multiversos y mundos paralelos, no termina de encajar exactamente en el molde. Y es una afirmación de lo más acertada, porque Tierra Profana es mucho más que un relato de realidades alternativas. Es una novela forjada con las mejores herramientas de género y con una reflexión sobre nuestro mundo de lo más certera. 

Durante un buen número de páginas, Tierra Profana no es sino un noir de manual. La novela presenta a Lior Tirosh, un escritor mediocre que escribe novelas pulp porque, según dice, no sabe hacer otra cosa. La pulcritud de Tidhar es tal, que incluso esta afirmación será replanteada conforme avance la novela. Él es Palestino, de la Palestina que se encuentra en territorio de Uganda, aunque lleva tiempo viviendo en Berlín. Cuando este relato comienza, Tirosh vuelve a su tierra natal, después de muchos años, para visitar a su enfermo padre. Nada más llegar al aeropuerto, las contingencias comienzan a sucederse. Es detenido y registrado “aleatoriamente” en el control de aduanas; se ve inmerso en el centro de un atentado terrorista; es acusado de asesinato; se embarca en la búsqueda de una persona de su pasado; y una mujer, sospechosamente familiar, no para de cruzarse en su camino. Mientras tanto, un agente sin escrúpulos y de firmes convicciones va tras sus pasos. Puro noir. Puro pulp. Tirosh acaba convirtiéndose en el personaje de una de sus propias novelas. Todo esto sin ni siquiera rozar todavía el fantástico. 

Pero también dice Moreno-García, en su introducción, que las novelas de Tidhar son audaces, intrépidas. Y esto es porque, cuando la novela parece haber mostrado todas sus cartas, es cuando comienza a tomar desvíos inesperados. El lector curtido posiblemente se haya olido algo páginas atrás; algún elemento que no termina de encajar, una frase perdida aquí o allá. Pero nada lo ha preparado para el universo complejo y original que Tidhar erige a partir de ese momento. Un conjunto de realidades concebidas con detalle, y relacionadas entre sí por derivas históricas fáciles de rastrear, que dan al lector un asidero conocido al que agarrase cuando empiezan las curvas. Este juego de mundos paralelos va más allá de la trama. Tidhar juega con el punto de vista narrativo, cambiándolo de un personaje a otro, a la vez que varía el tiempo verbal de la narración. La extrañeza se hace cargo de la novela, pero sin perderse en una compleja tramoya narrativa, sino manteniéndose siempre en un nivel cercano, dejando salir los conceptos en el momento preciso. 

Más interesante aún que todo esto, es el escenario en el que Tierra Profana tiene lugar. Tidhar, nacido en Israel y residente del mundo, enmarca la trama con el conflicto Palestino de fondo. Un fondo que es, en muchas ocasiones, protagonista de la novela. La Palestina en la que tiene lugar —la mayoría— de la novela es una Palestina fundada en territorio de Uganda. Esto no es una decisión creativa caprichosa, sino la ficcionalización del desarrollo lógico de una expedición a Africa que tuvo realmente lugar en nuestro mundo a comienzos de siglo XX en busca de un asentamiento definitivo para el pueblo palestino. En nuestra realidad, aquella expedición terminó con resultado negativo y dio, en parte, comienzo a los conflictos que han tenido lugar en las últimas décadas. En la realidad de la novela, la expedición fue un éxito, y dio lugar, en parte, a una serie de conflictos análogos. Un pueblo es igualmente convertido en arma a base de tratados internacionales, demostrando que, a menudo, no se trata del pueblo, sino de las circunstancias. 

¿Qué ocurre cuando personas diferentes se ven obligadas a compartir una misma tierra?
 

Un cierto pesimismo social recorre toda la novela. Modifica la realidad de los nombres sin cambiar el contenido de fondo y, de esta manera, habla mucho más de nuestra realidad de lo que podrían hacer diez ensayos al respecto. Distintos sucesos, mismos errores. El mundo —mundos— que plantea Tidhar, parece condenado a cometer siempre los mismos errores. El escritor establece un juego muy interesante en torno al concepto de frontera. La frontera entre naciones es salvaje y violenta. La frontera entre realidades, sutil y permeable. Pero ambas están férreamente vigiladas, pues ambas son atacadas por aquellos quienes ansían derribarlas. La frontera en Tierra Profana es siempre causante de odio y violencia. 

El gran mérito de Tidhar está en ser capaz de dar cuerpo a todo esto en una novela tremendamente adictiva. Quizás sea el elemento de thriller, una carrera contrarreloj del protagonista contra peligros desconocidos, una especie de Cary Grant moderno; quizás se trate del elegante universo que crea, lleno de conceptos fascinantes que es mejor descubrir leyendo la novela; o quizás simplemente se trate de la prosa de Tidhar, concisa pero certera, que libera palabras de forma ágil pero cuidadosamente escogidas. Por si fuera poco, Tierra Profana tiene uno de los mejores climax con los que este lector se ha encontrado en mucho tiempo. Perfectamente medido, con las dosis justas de acción y drama en una combinación impecable. Tierra Profana es firme candidata a ser una de las mejores novelas fantásticas publicadas en España en 2023. Una novela arriesgada, contundente, tremendamente bien construida, y totalmente sorprendente.

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