La voz de las espadas. La primera ley I. Joe Abercrombie. Reseña

Si pidiéramos a cien lectores que escogieran a los tres mejores escritores de fantasía vivos, es muy probable que Joe Abercrombie fuera mencionado entre noventa y cien veces. Su escritura sencilla, sus violentas historias y sus personajes amorales, por no hablar de su propio carácter simpático y abierto, han hecho de él una de las principales figuras de la literatura fantástica actual. Autor prolífico, es de esos escritores que saca una novela al año. Su última novela El problema de la paz, la segunda parte de la trilogía La era de la locura fue publicada en España por la editorial Runas en febrero de este mismo año. Pero de entre todas sus novelas destaca especialmente La voz de las espadas; con ella dio comienzo a su carrera, a su trilogía de más éxito y a uno de los mundos fantásticos más reconocidos por los lectores. 

La voz de las espadas es la primera parte de la trilogía de La primera ley. Está ambientada en un mundo fantástico con elementos fácilmente reconocibles y en el que la magia dejó de estar presente en la vida de las personas muchos años atrás cuando llegó la paz. La novela narra la situación actual del mundo y los eventos que llevan a que la guerra, y con ella la magia vuelvan de nuevo a ser algo común. 

“—Dígame una cosa mates Nuevededos, ¿se ha fijado alguna vez lo distinta que es una espada de todas las demás armas? Las hachas, las mazas y todo ese tipo de cosas cuelgan del cinto como seres inanimados —Bayaz recorrió con la mirada la empuñadura, una simple pieza de metal, surcada de muescas para mejorar el agarre, que resplandecía bajo la luz de la antorcha—. En cambio, las espadas… las espadas tienen voz.” 

Abercrombie se toma su tiempo en desarrollar el mundo que plantea, no porque sea especialmente descriptivo, sino porque la cantidad de cosas que cuenta es ingente. Otras novelas fantásticas se limitan a presentar un mundo y ambientar en él una historia, Abercrombie hace que la historia que está contando modifique el mundo en que sucede. Su escritura es ágil y salta de una escena a otra sin detenerse más de lo necesario. Pero no solo se limita a crear y desarrollar todo un nuevo mundo sino que lo puebla de una gran cantidad de personajes, dedicándole a cada uno el tiempo necesario para llegar a conocerlo. Tanto es así que algunos, que tendrán una importancia capital en el desenlace de la historia tardan varios cientos de páginas en aparecer. Abercrombie tiene la habilidad de medir al milímetro el ritmo al que tiene que ir presentado conceptos nuevos. La voz de las espadas comienza con un suceso muy pequeño, un bárbaro huyendo por su vida en las profundidades de un bosque. A partir de un único personaje en un pequeño rincón del mundo, el encuadre va abriéndose más y más, ampliando poco a poco el conocimiento del lector hasta obtener una comprensión completa de las dinámicas que lo mueven. 

La elección de Logen el bárbaro como primer personaje en aparecer en la novela no es fortuita y refuerza una de las mayores fortalezas de la novela, la elección del punto de vista de cada capítulo. Al ser el primero, el lector toma instintivamente el punto de vista de Logen como el propio y cuando más adelante éste llega a Agriont la gran urbe en la que tiene lugar la mayor parte de la novela, el lector no la ve como sus habitantes la ven sino con los ojos del bárbaro. Esta perspectiva permite al escritor cuestionar con eficacia muchos de los sucesos que tienen lugar en la ciudad y las acciones de otros personajes, muchos de ellos protagónicos. Abercrombie cambia el punto de vista en el momento más inesperado mostrando a menudo sucesos importantes desde una perspectiva externa al sujeto principal de la acción. Así, el lector juzga a los personajes, no desde su propio punto de vista sino del de otro personaje, a menudo de postura contraria. Esto realza lo ridículo, absurdo o equivocado de las acciones de todos y cada uno de los personajes. 

“Cuando el combate acaba, si sigues con vida, te pones a cavar. A cavar las tumbas de los camaradas muertos. Se merecen esa postrer muestra de respeto, aunque tal vez no se lo tuvieras en vida. Cavas todo lo hondo que te apetezca, luego los tiras dentro, les echas un poco de tierra encima, ellos se pudren y tú los olvidas. Siempre se ha hecho así.” 

Porque si hay algo que caracteriza a Abercrombie es el gris de sus personajes. A menudo es complicado para el lector sentirse identificado con ninguno de ellos. Sand dan Glokta, por ejemplo, uno de los más populares y que más importancia tiene en la novela, es un inquisidor. Un interrogador dedicado que arranca confesiones a los enemigos del estado a base de violentas torturas hasta obtener las confesiones que él mismo ha puesto en boca de sus víctimas. Además, le falta la mitad de los dientes y sufre una acentuada cojera que le provoca un dolor constante y una desdeñosa amargura por todo y todos los que le rodean. Es difícil sentirse identificado con un personaje así, pero sin embargo tiene un atractivo especial, un magnetismo perturbador que lo convierte en un personaje inolvidable. Lo mismo ocurre con el resto del reparto. En mayor o menor grado, todos son seres violentos, mentirosos, malcarados, agresivos o directamente viles. En ocasiones incluso todo a la vez. 

La escritura de Abercrombie es oscura, no por nada se ha ganado el apodo –autoimpuesto—de señor del grimdark. La voz de las espadas tiene una mezcla perfecta entre aventura, intriga política, magia y violencia… mucha violencia. El mundo de La primera ley está poblado por naciones enfrentadas regidas por monarcas de la peor calaña. Un rey envía cabezas cercenadas a sus oponentes, el hijo menor de otro asesina a todos sus hermanos con sus propias manos al recibir la noticia del fallecimiento de su padre. No hay aquí gobernantes sabios ni nobles caballeros. Las batallas son sangrientas, embarradas y llenas de mugre. Lo mismo da que el combatiente sea un formidable guerrero con años de experiencia que un niño de catorce años, si está involucrado en un combate, tiene altas probabilidades de hallar la muerte, y si lo hace, será de forma sangrienta. La visión que Abercrombie da de Agriont y las personas que la habitan es desoladora. La nobleza acomodada a base de años de paz, alcohol y juegos de cartas, sin ninguna experiencia bélica real. La clase dirigente formada por obesas personalidades alcoholizadas de ambición con el único objetivo de acaparar más poder a base de explotar al indefenso pueblo de las formas más crueles. Pero como dijo Bob Dylan, los tiempos están cambiando, una frase que se repite numerosas veces a lo largo de la novela. Y el estado de paz en que toda la mala hierba ha prosperado durante los años está próximo a terminarse. La voz de las espadas es el pistoletazo de salida de estos cambios, y el punto de partida de una historia inolvidable y una de las mejores trilogías de fantasía de los últimos años.

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