El nombre del mundo es bosque. Ursula K. Le Guin. Reseña

El planeta Athshe tiene una superficie cubierta en su práctica totalidad por bosques. En él se ha establecido una colonia humana con el objetivo de explotar los recursos madereros y enviarlos a la Tierra que tiene escasez de ellos. La colonia está dirigida por militares sin ninguna consideración por el ecosistema ni por los habitantes originales del planeta a los que utilizan como mano de obra esclava para talar sus propios bosques. Los athshianos son una especie pacífica que vive en total armonía con el planeta y que ven cómo poco a poco su planeta es destruido por una raza a la que consideraban una rama lejana de su propia especie. El nombre del mundo es bosque casi podría promocionarse como “la novela en la que se basó la película Avatar de James Cameron” si el director hubiese reconocido públicamente su influencia. 

La novela se publicó originalmente como parte de la antología de relatos Again, Dangerous Visions, publicada en 1972 por Harlan Ellison. El volumen era la continuación de Dangerous Visions (1967), el libro que ayudó a definir la corriente americana de la New Wave. Este movimiento que tuvo lugar en la literatura de ciencia ficción de los sesenta y setenta, ayudó a redefinir el género para una nueva época con el foco puesto en temas como la ecología, la distopía, la crítica política, las religiones y un interés especial en la experimentación formal y de contenido. Como parte de la antología, El nombre del mundo es bosque recibió el premio Hugo a mejor Novella y fue nominado al Locus y al Nebula en la misma categoría. Posteriormente se editó como libro independiente en 1976 y quedó finalista en el National Book Award

"Porque si es al resto de nosotros a quienes mata el suicida, a quien mata el asesino es a sí mismo; solo que tiene que hacerlo una y otra y otra vez."

La novela supone un claro ejemplo del compromiso con la ecología y el medio ambiente que poseían muchos autores de ciencia ficción en los años sesenta y setenta. A ello se unen inquietudes propias y habituales de la autora como el racismo, la identidad cultural, el poder de la palabra, el feminismo o el papel del individuo en la sociedad. Respecto a estos dos últimos puntos y en línea con el resto de la obra de Ursula K. Le Guin, El nombre del mundo es bosque hace especial mención a la función de las mujeres en cada una de las dos sociedades que presenta. En la humana, las mujeres son meros objetos de entretenimiento, enviados desde la Tierra en grandes cargamentos para mantener contentos a los colonos. Cuando llevan demasiado tiempo en el planeta y ya están muy “usadas”, son devueltas a la Tierra y sustituidas por una remesa nueva. Por el contrario para los athshianos, la mujer es una parte consustancial de la propia cultura sin la que la propia civilización no podría seguir adelante. Reconocen las diferencias y las fortalezas de cada género y asumen la necesidad de ambos para el buen funcionamiento de la sociedad. 

El intelecto para los hombres; la política para las mujeres, y la ética, la interacción de ambos; así son las cosas entre ellos.” 

La escritora utiliza un alto contraste entre ambas especies para contar su historia. Los atshianos son seres pacíficos que viven en armonía con su entorno. Ellos sueñan, más que dormir, una especie de meditación activa que les permite manipular el subconsciente y en la que basan buena parte de su forma de vida y espiritualidad. Por contra, los colonos humanos están dirigidos por personas con el único objetivo de poseer una colonia rentable y eficiente, sin ningún interés en la relación con la raza local ni en la preservación del ecosistema, a pesar de los reiterados y alarmantes informes de los expertos científicos. Uno de los principales personajes, representante de la colonia humana, es el Capitán Davidson, un militar racista, violento y machista. Con una ambición desmedida y un complejo de superioridad que le hace no dudar en pasar por encima de nada ni nadie para obtener sus objetivos. Incapaz de aceptar o siquiera valorar cualquier opinión distinta a la suya, cuando le hablan de la teoría evolutiva demostrada su comentario es: “no estoy obligado a aceptarla como un hecho”. Se trata de un personaje tan plano y sencillo, tan radical en sus creencias y en su forma de actuar, que casi podría parecer una caricatura si no hubiéramos conocido a personajes similares en posiciones de poder en tiempos recientes. 

Uno de los muchos temas que trata El nombre del mundo es bosque es el clásico “la violencia engendra violencia”. La novela narra cómo la presencia y las acciones de los colonos humanos modifican la conducta misma de toda una especie que no conocía siquiera el concepto de agresión. Hay todo un interesante estudio sobre las relaciones entre grupos. Al comienzo de la novela los colonos se aprovechan de los athshianos en una suerte de esclavismo, algo que tiene lugar porque la propia naturaleza de los habitantes del planeta les hace incapaces de concebir algo diferente a la colaboración entre especies. Para ellos cada individuo es un ser único que merece la pena conocer y respetar. Es la violencia causada por los humanos la que hace que poco a poco los athshianos dejen de ver a los colonos como individuos y comiencen a verlos como grupo rival. Al cambiar el “tú” por el “uno de ellos”, desindividualizan a los humanos convirtiéndolos en parte de un todo. Ya no son seres con nombre propio y características definitorias, sino parte integrante de una comunidad competidora de los mismos recursos y por tanto enemiga. Desde el momento en que el grupo de colonos deja de tener características individuales y es alejado del propio, la violencia contra ellos está permitida e incluso alentada. 

Este es solo un ejemplo de los muchos temas que Ursula K. Le Guin introduce en esta obra. La brevedad de la novela, 158 páginas, y el estilo sencillo y directo pueden dar una impresión equivocada de El nombre del mundo es bosque. Se trata de una novela con múltiples capas de lectura que permite releerla varias veces encontrando siempre nuevas ideas en sus páginas. Un buen ejemplo de las inquietudes de la escritora y un buen punto de partida para acercarse a su obra.

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