Crónica del Festival de Cine de Sitges 2019 I.


Comienzo aquí mi crónica del festival de cine de Sitges de 2019. Por tratarse de una gran cantidad de películas dividiré la crónica en varias partes. He asistido al festival como aficionado y sin interés periodístico alguno. Por lo tanto he visto algunas de las películas de la Sección Oficial y muchas otras no, y he visto algunas películas de otras secciones que me han llamado la atención de uno u otro modo. Quede claro pues que los siguientes textos no pretenden relatar una crónica del festival en su conjunto, llegando a unas conclusiones generales sobre el cine que hemos podido ver en él. Tan solo se trata de la visión sesgada y subjetia de un aficionado que ha asistido a parte del festival. Esto no impide que pueda haber ciertos pensamiento sobre el festival en su conjunto que quizás aparezcan entremezclados en los textos, pero en ningún caso son reflexiones objetivas y extrapolables. 

Dicho esto, no pretenden estos textos nada más que compartir las impresiones personales de quien escribe y crear, si se tercia, debate al respecto. Invitado estás pues, lector, a comentar, discutir, valorar o debatir cualquiera de las películas de las que leas por aquí o incluso las que no. Compartamos opiniones como si de la cola del Retiro se tratase.

En la hierba alta

Stephen King está viviendo una nueva era dorada en lo que a adaptaciones de su obra se refiere, y el festival de Sitges este año abría con la última de ellas. En la hierba alta (In the Tall Grass, Vincenzo Natali, 2019) se basa en un relato corto escrito a cuatro manos entre King y su hijo Joe Hill. Su director, Vincenzo Natali, un viejo amigo del fantástico alcanzó el estatus de culto instantáneo con Cube (Id, Natali, 1997) hace más de veinte años, y aunque ha tenido una filmografía ciertamente interesante para el género nunca ha llegado a revalidar verdaderamente el título que obtuvo con aquella innovadora y primigenia opera prima. Su carrera se ha centrado principalmente y sobre todo en los últimos años en televisión, donde ejerce de competente director para series del género como Westworld, The Strain, Hannibal y un sinfín más. Tras años buscando sin éxito financiación para sus films parece haber encontrado en Netflix al compañero ideal. La plataforma de streaming, junto a otras, está encargándose de resucitar ese cine de presupuesto medio que ningún estudio quiere ya pagar, permitiendo a directores como Natali y otros (veremos varios ejemplos de estos en el festival) llevar a buen puerto películas de género modestas pero interesantes sin tener que preocuparse por el retorno inmediato de la inversión.

En una versión naturalista y actualizada del argumento de Cube un grupo de personas se quedan atrapadas en un campo de hierba alta y frondosa del que resultará imposible salir. Aunque el villano aquí no sea el Hombre que ha construido el laberinto en el que se encuentran los protagonistas sino un elemento digamos más “natural”, el fondo es el mismo, tratar las relaciones entre personas atrapadas mientras buscan una salida a la pesadilla que están viviendo. De estas dos facetas de la película, una resulta exitosa mientras que la otra no tanto. La primera parte, la de terror, la de un campo que te atrapa, que cambia las cosas de sitio y que te impide escapar mientras te atormenta con voces, susurros y demás elementos del terror es ciertamente competente. Como buena adaptación de King, que sutil no ha sido nunca, se trata de un terror muy directo. Aunque comienza poco a poco, con un susurro por aquí y un elemento extraño por allá, pronto vira hacia el terror más inmediato con visiones sangrientas, asesinatos, y un largo etcétera. Aún así, Natali tiene la suficiente pericia como para alejarse de los elementos formales clásicos del terror como el uso del sonido o los movimientos repentinos de cámara aplicando una dirección algo más ingeniosa que da una cierta frescura a la cinta. Lamentablemente falla en lo que debería destacar, la caracterización emocional de los personajes. La historia es tópica, y los personajes planos, algo a lo que no ayuda tampoco la interpretación de los actores. En conjunto Natali firma lo mismo que ha estado haciendo los últimos años para televisión, una cinta de terror efectiva que puede disfrutar todo tipo de público y olvidar rápidamente. 

3 from hell

A Rob Zombie le pasa un poco lo mismo que a Vincenzo Natali, y es que le cuesta muchísimo encontrar financiación para sus películas, solo hay que ver cómo llegó a sacar su anterior largometraje, 31 (Id, Zombie, 2016), financiado en parte gracias a una campaña de micromecenazgo. Es por eso que en la carrera cinematográfica del cantante, de siete largometrajes, cinco forman parte de sagas, lo que al menos garantiza de primeras al estudio la asistencia a las salas de los aficionados a las películas anteriores. Quizás el regreso de Zombie al universo creado en su opera prima, La Casa de los 1000 Cadáveres (The House of 1000 Corpses, Zombie, 2003) venga de la comparación entre el escaso éxito de taquilla de su anterior cinta y el gran éxito de crítica y público de Los Renegados del Diablo (The Devil’s Rejects, Zombie, 2005), la segunda parte de esta extraña trilogía de asesinos en serie. 

En cualquier caso en esta nueva entrega, Zombie trata de continuar la historia ahí donde la dejó en Los Renegados del Diablo, cosa harto difícil teniendo en cuenta cómo acabó el trío protagonista al final de aquella. 3 From Hell (Zombie, 2019) juega a cambiar de género a lo largo de todo el metraje, cine de asesinos, carcelario, road movie, western… sin dominar ninguno de ellos, y es precisamente esto lo que más en contra juega en esta película. La primera parte, filmada como si de noticiarios televisivos se tratase, y el tiroteo final en Mexico, puro wester-Zombie, son las mejores partes de la película, en las que recuperamos la mejor faceta del director. Entre medias, una mezcolanza de géneros ya visitados por él con anterioridad y con mayor acierto que no pasan de ser competentes. Aún así, no hay nada en esta cinta que no sea 100% Rob Zombie. 3 From Hell no llega a la maestría de Los Renegados del Diablo pero hará sin duda las delicias de los seguidores del director y quedará como eterno homenaje a la figura de Sid Haig, icono del cine de Rob Zombie y fallecido pocos días antes de la proyección de la película en el festival.

Little Monsters y Noche de bodas

Entre el grupo de películas de genero comerciales que siempre visitan el festival, este año destacan dos, Little Monsters (Abe Forsythe, 2019) y Noche de Bodas (Ready or Not, Matt Bettinelli-Olpin, Tyler Gillett, 2019). Ambas tienen los ingredientes para triunfar en taquilla y gustar a los aficionados al género así como al espectador más casual. 

La primera, con una Lupita Nyong’o en estado de gloria y dirigida por el desconocido Abe Forsythe cuenta la excursión que la profesora Ms. Caroline hace con su clase de niños a una granja escuela que se ve repentinamente invadida por zombies. La película no deja de ser una comedia romántica de manual pero pasada por el tamiz del fantástico que le aporta una frescura inusitada. El niño disfrazado de Darth Vader esquivando zombies es sin duda una de las escenas del festival.

Más interesante resulta Noche de bodas, pues, aunque comparte la misma ambición comercial, se permite arriesgar un poco más y alejarse de la historia formulaica que puede parecer en un primer momento. El loco argumento de la película nos muestra la noche de bodas que tiene que pasar Grace en la mansión familiar de su recién estrenado marido mientras huye de la familia de este que trata de matarla antes del amanecer por cosa de una tradición familiar ancestral. A partir de aquí el humor negro se hace con el control de la película que no tiene ningún reparo en gastar litros y litros de sangre en las muertes más surrealistas posibles. Un elenco de actores maravillosos encabezado por Samara Weaving (en seguida hablamos de ella), Henry Czerny y una recuperada Andy McDowell pueden convertir esta cinta en uno de los pelotazos del terror del año

Guns Akimbo

No dejaré pasar más líneas sin hablar de Samara Weaving que hemos podido ver en este festival por partida doble. Si en Noche de Bodas interpreta a la novia recién casada que deberá huir de la desquiciada familia de su marido completando la transformación de dulce recién casada a loca desquiciada. En Guns Akimbo (Jason Lei Howden, 2019) interpreta a una pasadísima asesina estrella de un programa de telerrealidad protagonizado por asesinos psicópatas. Con cara de ser la hermana loca de Margot Robbie, Weaving se ha convertido desde ya en una de las musas del fantástico. Guns Akimbo nos trae también a otro gran aficionado al género como es Daniel Radcliffe, el actor ya totalmente alejado del personaje que lo hizo famoso mundialmente, tiene un gusto por el cine fantástico que ya dejó su poso en el Festival de Sitges de 2016 cuando Swiss Army Man, (Id, Daniel Kwan, Daniel Scheinert, 2016) protagonizada por él se llevó el merecido premio a Mejor Película. Su personaje, como todo en esta película es una locura descontrolada. Un joven amargado que se dedica a trolear en internet se despierta con pistolas atornilladas (literalmente) a las manos e involucrado en un juego televisado a muerte. A partir de ahí, tiroteos a mansalva, Radcliffe en albornoz corriendo por las calles, villanos de videojuego y un argumento digno de los mejores años 80. No nos engañe la ligera moraleja que quieren hacernos creer, la película hará las delicias de los fans de películas como Crank (Id, Mark Neveldine, Brian Taylor, 2006) o Hardcore Henry (Id, Ilya Naishuller, 2015).

The Odd Family y The Gangster, the Cop and the Devil

El cupo coreano de este año lo he cumplido con dos películas que no podrían estar más alejadas entre sí, pero que han resultado cada una a su modo, de lo mejor del festival. The Odd Family: Zombie on Sale (Lee Min-jae, 2019) cuenta la historia de una familia que está pasando duros momentos económicos y que por aquellas cosas del azar se topan con un zombie. La familia no tardará en encontrarle el rédito económico a la criatura montando un pequeño negocio que revolucionará el pueblo de formas insospechadas. El novel Lee Ming-jae dirige esta comedia divertidísima que juega sus cartas con maestría. La película tiene un presupuesto limitado pero acierta en dónde invertirlo y donde es mejor ahorrarlo y construye una familia de lo más peculiar en la que no hay un personaje menor o una línea de diálogo sobrante. La cinta evoluciona con precisión de la comedia más absurda al cine de zombis más formulaico, pero sabe llevar ambos géneros con mesura y en conjunto resulta una película cohesiva y muy, muy divertida. Podría perfectamente haber sido Premio del Público si no hubiera estado presente El Hoyo (Id, Galder Gaztelu-Urrutia, 2019).

Al otro lado del espectro tenemos uno de los clásicos del festival, el thriller coreano. Pese a la impresión general de que el género ya no vive la época dorada de la década pasada, todavía pueden verse grandes exponentes como este The Gangster, the Cop and the Devil (Won-Tae Lee, 2019). La cinta no esconde nada, se trata de un thriller coreano de pies a cabeza, sin grandes méritos y sin aspavientos, no inventa nada pero lo que hace, lo hace a la perfección. Un policía trata de convencer sin éxito a sus superiores de que hay un asesino en serie suelto por la ciudad, pero no será hasta que el psicópata ataque al líder de la mafia local que apenas sale con vida del encuentro, cuando ambos unirán fuerzas para capturarlo. La cinta además tiene la gran baza de contar con Dong-seok Ma (también conocido como Don Lee) protagonista de la fantástica Train to Busan (Busanhaeng, Shan-ho Yeon, 2016) y estrella en alza de Corea que incluso ha sido contratado por Marvel Studios para su próxima Los Eternos (Eternals, Chloé Zhao, 2020). Dong-seok Ma es una especie de Dwayne Johnson coreano, un hombre enorme que derrocha carisma, simpatía y fuerza bruta a partes iguales y que se come la pantalla allá donde aparece. 

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