Cómics sensacionales, Santiago García

Después de una semana inmerso en el fascinante ejercicio que nos propone Santiago García en Cómics Sensacionales, me cuesta un gran esfuerzo definir este libro. No sabría decir muy bien si es un ejercicio de crítica subjetiva –¿acaso existe otra?– o uno de memorias personales pasadas a través del tamiz del cómic. Probablemente sea una mezcla de ambos. Podríamos añadir el posesivo “mis” al comienzo del título del libro para hacer una definición más certera. García habla a lo largo de casi 350 páginas de los cómics que le han marcado especialmente en una vida llena de ellos –no hace falta presentar aquí a Santiago García, guionista, crítico, divulgador, traductor de cómics…–, y si algo deja claro desde el principio es que no son los mejores cómics de la historia si no sus mejores cómics. Y a veces ni siquiera eso. La elección de García se ve marcada por diversos factores: en ocasiones la importancia que tuvo un tebeo determinado en la historia del medio, en otras el impacto en su biografía personal por el momento vital en que lo leyó, otras veces se trata de la relación que lo une al autor de la obra, o la importancia que tuvieron determinadas historietas en su propia carrera y en su modo de entender el medio. Y todo con un estilo subjetivo, ameno y divulgativo pero siempre sin perder el ojo crítico que coloca cada cómic en su lugar dentro de una historia compartida.

Pero Cómics Sensacionales es también un detallado texto sobre historia del cómic. Gracias al enciclopédico conocimiento del medio que tiene García, cada cómic tratado queda perfectamente ubicado dentro de una corriente, con unos referentes claros y unos descendientes directos. Al acabar de leer el libro queda la sensación de haber contemplado una gran mosaico formado por algunos de los cómics más importantes en la historia del medio, cada uno ubicado en un lugar, y casi parece intuirse la figura de un gran árbol por detrás uniendo con sus ramas cada uno y formando corrientes y escuelas independientes. El destino ha querido que recientemente haya leído Breve Historia del Cómic de Gerardo Vilches, publicado hace ya un año por Nowtilus, y poniéndolos el uno junto al otro se desvela una inesperada sintonía. En Breve Historia del Cómic, Vilches repasaba toda la historia del cómic de una forma mucho más organizada, desde el punto de vista del historiador, atravesando todas las corrientes artísticas y todos los países, a través de las diferentes escuelas. De forma amena y clara hace un ejercicio de síntesis asombroso para contar absolutamente todo en apenas 300 páginas. Esto obviamente obliga a perder detalle en las obras y autores, salvando algunas pinceladas dispersas, pero ese obviamente no es el objetivo del libro. Por eso parece encontrar el complemento perfecto en Cómics Sensacionales. Ambos libros pueden entenderse como dos volúmenes de una misma obra. El detalle y desarrollo de algunas historietas y autores que necesariamente le falta a Breve historia del cómic lo aporta Cómics Sensacionales mientras que los hilos generales que han ido tejiendo la historia del medio y los movimientos que han permitido el paso de un cómic a otro de los que escribe García lo aporta el libro de Vilches. Si alguien quiere una panorámica completa de la historia del cómic, con detalle, rigor histórico y planteamiento crítico ha de leer estos dos libros. Cuantas más veces mejor.


Cómics Sensacionales tiene un valor añadido al de texto crítico y divulgativo del cómic, y es su función de afianzar una forma de entender la crítica de cómic. Frente a un modelo crítico más académico, objetivo y sobrio, semejante en el ámbito cinematográfico al análisis fílmico más puro, García plantea la crítica que ha estado ejerciendo durante todos estos años –no es el único-, una forma de escribir desde la subjetividad más honesta, una crítica que entiende un cómic no solo como obra con unas características determinadas dentro de una escuela artística si no como parte de la propia historia del que escribe, relacionándolo con otras lecturas, con momentos vitales que hacen que un cómic tome una importancia en la vida de un escritor que quizá no tenga en la de otro. Esto queda patente en el libro en numerosos momentos pero uno de los más claros es cuando hablando de Tintín dice:

“La conexión emocional la establece mi mirada de niño, que todavía se proyecta desde detrás de mis gafas de vista cansada. 
De modo que sí, que tal vez si no leíste Tintín de niño no lo vas a pillar de mayor. Ya no hay nada que hacer. Es demasiado tarde. Con lo cual solo puedo decir: si no leíste Tintín de niño, lo siento por ti. Eso es algo que ya nunca podrás recuperar.”

El cómic es un arte íntimamente ligado a la infancia, la inmensa mayoría de lectores han comenzado a leer tebeos de niños y el impacto que estos tuvieron en sus fértiles e imaginativas mentes infantiles es lo que los ha llevado a seguir comprando y leyendo historietas a lo largo de los años. Entre un cómic y un lector se crea una relación íntima que raramente se encuentra en el cine, la literatura o la pintura. También ocurre sí, pero me da la impresión de que en muchas menos ocasiones. Quien ha sido lector de cómics no puede recordar un momento de su vida sin ellos, sin la compañía de Tintín o de la Patrulla-X, sin repasar su tebeo favorito hasta que se cayeron las grapas. Y eso necesita una forma de hacer crítica diferente a lo acostumbrado. O quiero decir con esto que esta corriente crítica –permitidme llamarla así– deba dejar de lado el rigor analítico y la seriedad, todo lo contrario, a los estándares que deberían exigírsele como disciplina crítica se añade un extra más, el más difícil todavía: conjugar ambas facetas, la objetiva y la subjetiva, la analítica y la personal. Esto no invalida por supuesto las aproximaciones más académicas, más objetivas, que también son necesarias, si no que plantea únicamente una forma de entender los cómics, en la que el crítico siempre lleva de la mano al lector de 8 años que una vez descubrió un mundo nuevo entre un montón de viñetas de colores. Y Cómics Sensacionales es el mejor ejemplo de ello.

En cualquier caso, y dejando de lado estas reflexiones, el mayor valor de Cómics Sensacionales es el de levantarte del sofá y llevarte a tu librería, disfrutar tu colección, revisitar cómics largo tiempo leídos, ver con nueva mirada cómics que creías saberte de memoria, descubrir elementos que no sabías que estaban ahí. E incluso pasar por tu librería habitual y llevarte ese cómic que nunca has leído, bien por falta de tiempo, bien por falta de interés y que ahora, a través de los ojos de Santiago García de pronto ha llamado tu atención. Cómics Sensacionales es un libro que te hace dejar el libro para coger un tebeo.

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